Hay etapas en la vida en las que un cambio, o más bien un alto en el ritmo acostumbrado, puede servirnos para descubrir la vida de una manera diferente, para vislumbrar caminos que ni imaginábamos o para analizar con detenimiento proyectos que llevaban relegados, cuando no del todo olvidados.
Algo así me ha sucedido a mí en el tiempo de confinamiento que recientemente hemos padecido. En el último tramo del curso 2018-2019, durante el curso 2019-2020, así como para el curso 2020-2021, fui contratado para ejercer de profesor en el Taller de Escritura patrocinado por el Ayuntamiento de Derio (Bizkaia) y gestionado por Ortzadar. Una experiencia enriquecedora que me despertó horizontes nuevos. ¿Por qué no apostar por un proyecto propio, literario, cultural? La idea quedó ahí. Los meses de confinamiento sirvieron para que madurara, hasta convertirse en un proyecto serio, con entidad. No lo afronto en solitario. Tengo la fortuna de contar con la colaboración de Idoia Mielgo, una compañera que vive la cultura en sintonía semejante a la mía. Grano de arena es nuestro proyecto.